dissabte, 28 de novembre del 2009

Bons amics dels de veritat

Fa temps vaig enviar la meva primera novel·la, escrita en castellà, a quatre persones que per diverses raons m'apreciava molt. La novel·la es diu Cartas muertas. La teniu penjada aquí a la voreta, a la banda dreta de la pantalla.

Òbviament no els la vaig enviar tan sols perquè m'apreciava aquests quatre individus, sinó perquè n'apreciava a més llur opinió, capacitat intel·lectual i d'anàlisi, habilitat d'expressar-se matisadament...

El primer és el meu íntim amic Carles Álvarez. Gairebé un germà per a mi. Hem compartit al llarg de molts anys dèries, investigacions, projectes i profunda amistat. Pels motius que sigui --i que penso que em va intentar explicar la nit que celebràvem els seus 40 anys, entre gintònics-- mai no m'ha respost gaire detalladament què pensa de la meva primera novel·la. No és un bon senyal. Vull dir que estic convençut que creu que el llibre és una merda i no vol dir-m'ho directament a la cara. Per això calla. El Carles és crític literari. També escriptor, malgrat ell digui el contrari.

El segon és el Salva Planas, sens dubte un dels paios més intel·ligents, peculiars i interessants que he conegut. La seva resposta escrita, que guardo com un tresor des de fa mesos, em va fer moltíssima il·lusió, em va agradar i em va obrir noves perspectives a la meva lectura personal --la d'autor-- del text. Aviat reproduiré aquí les seves paraules. Ha dedicat no poques hores a escriure. Diuen que ara ho ha deixat.

El tercer és un senyor argentí que es diu Andrés Barrera i a qui no conec personalment. Freqüentàvem un fòrum en línia de debat sobre literatura argentina contemporània i vam acabar fent amistat virtual. Allí es feia dir Habar Ahala. Tampoc no em va arribar a respondre mai. També es dedica a escriure relats, apunts de blog, articles i novel·les.

El darrer és un altre ex visitant assidu de Literatura Argentina Contemporanea, el Miguel Àngel Carballada. També argentí i escriptor. Per allí corria amb el sobrenom de Franck Stein. Ara fa poc em va respondre amb una crítica --la segona que mai ha rebut un llibre escrit en exclusiva per mi-- que també trobo molt generosa i magnífica i que ara passo a reproduir-vos. Aquesta és la meva manera de respondre i agrair-li les seves paraules --amb aquesta mena de botella al mar que probablement mai no rebi:

¡Hey, David!

¿Qué tal? ¿Cómo va la cosa?

Es preferible ahorrarte mención de cómo va por aquí, o tal vez alcance con decirte que imperturbablemente seguimos el curso in progress de nuestra propia decadencia. Como sabés, tengo algunos años y he vivido otras macarrónicas escenas nacionales, muchas de ellas deveras catastróficas. Lo que se ve por estos días sólo parece suponer una vuelta más de tuerca, el interminable loop de una sociedad bastante incomprensible. Podés agregarle figuras, país-cocodrilo, imperio de lo anárquico, vocación surreal. Canibalismo cultural. Barbarie, en fin.

Hurtándole al bolsillo del tiempo un poco por aquí y por allá, terminé de leer Cartas muertas. Hubiera querido hacerlo de corrido y sin las pérdidas que puede suponer regresar de a rachas a las orillas de un libro y re-reconocer la playa, las bahías donde desembarcaste antes y donde queda registrado el último rastro. Pero el "método" no resulta del todo malo, te inclina a un nuevo recorrido, a retomar a veces en un punto que te gustó y no por donde objetivamente habías desamarrado la lectura, lo que finalmente propone otro continuum. No será el que tal vez desearías, pero es otro válido y además, como dijera cierto célebre argie, una vez escrito tu libro ya no te pertenece, y yo decidí leerlo así.

Me pregunto qué hace que, vía algunos escritores y artistas, te hayas ocupado tanto de esta parte del mundo. Salvo algunas breves referencias de cierto bartender alumno de mi escuela que supo andar por Andorra tiempo atrás, es poco o nada lo que sé de tu país y he sentido así como una falta por ello. Obvio, te gustan algunas letras de aquí. Pero por fuera de eso, y sin excluir que alguno de tus gustos argentinos me sacan, como siempre (Piglia, por ejemplo), una sonrisita de coté, hallo que esa tendencia está alejada de formatos snob y eso qué bueno está.

Leí tu libro con gran placer. Y nada se debe al cierto y ya añoso aprecio que te tengo, que tampoco queda afuera, por supuesto. A uno le alegran los aciertos de las personas así queridas y a cada tranco (ya sabés, de tanto en tanto alguna nimiedad que no llega a objeción o que no invalida) surfear por las palabras te ubica en una dimensión casi cinética, como estar frente a un objeto cuyo ritmo y despliegue se abre y cierra sobre sí mismo desde variados ángulos, que es lo mejor que ocurre cuando ese objeto se integra al mundo, al mundo mío, digo, al propio, y lo de disfrutar se vuelve entonces una sonrisa estable mientras leés. Bueno, así fue.

Siempre fui algo sensible a las cuestiones formales en la escritura, sin llegar a la pacatería en eso. Me refiero a basics que pueden categorizarse como unidad de estilo y boludeces así, lo que no conlleva que un estilo, digamos, deshilachado, no tenga esa unidad, incluso de hierro. Me gustó mucho tu estilo de baterista regular (regularidad referida a un compás parejo desde principio al fin de la pieza). No hay disrrupciones ostensibles (salvo algunas, escasas, de las que te diré algo luego). Esto es algo que le convino al trabajo por el lado del tono, ya que emparenta a Cartas muertas y su formato diario con otros formatos, ¿los monólogos?, quizá más cercanos al espíritu del escritor, confesiones a orillas del océano, caminando por el bosque o tomando un trago junto a la fogata y cotejando ideas, sospechas, tal vez papeles en la mano. No se nota fatiga en la muñeca y eso ha favorecido mucho el ir de una frase a la otra, de uno a otro interrogante, al juego de luces y sombras que es la historia de posibles cruces, inferida en personalidades tan conspicuas como las que tocás en tu libro.

Me llamó mucho la atención la aparición de algunos inserts. Los que en algún lado llamaste escritos mutantes, pàgs. 17, 34, 47, etc. Has puesto otra tela ahí. La cortaste de otro modo. Te incluiste en el desarrollo y si bien podría colegirse al íntimo autor de las cartas en un soliloquio, uno se siente inclinado a pensar en David Gálvez, a secas, hombre en dos patas, escritor. ¿Sabés qué? Te sienta muy bien. Y no lo leo como parte del libro escrito sino de alguno que podrías escribir, que podría muy bien estar esperándote en algún recodo del camino. Se te presiente más a la intemperie, menos sujeto a la elección racional de un rol, loco o cuerdo, para un libro. Está ahí con curioso derecho propio. Por algunos instantes lo sentí más perceptible, y oscuramente viable, que al manso relator de las Cartas.

Algo hay ahí. A veces las palabras, o el comercio con ellas, mejor, pujan por algo que ni uno mismo sabe qué es, en qué consiste.

En suma, lo disfruté, que es lo que importa. Espero que estés muy bien, y que tu amada familia no la pase menos bien que vos.

Un abrazo largo y sincero,

Miguel


Si ell sabés que en gran manera va ser ell qui em va inspirar en molts moments...
Si ell sabés que li han agradat els inserts perquè no són res més que una adaptació, una còpia espiritual, d'uns altres inserts que ell mateix feia servir en una novel·la policial inèdita que em va enviar fa anys...
Si ell sabés que jo també vaig pensar que era als inserts,--quan deixava de banda la trama, els personatges, els tics, els plans-- que precisament el reconeixia com un escriptor colossal...
Si ell sabés que també jo vaig pensar que els seus inserts per si sols podien donar lloc a un llibre independent i fantàstic...